Liberation Day Aftermath
El 2 de abril llegó y los aranceles de Trump ya están en marcha. El mercado reacciona con caídas, mientras EE.UU. y sus socios comerciales se preparan para la nueva realidad.
Trump’s tariff agenda no liberó a los inversores de la incertidumbre, sino que la profundizó.
Cada uno de los principales índices estadounidenses cayó en el trading fuera de horario. Empresas de retail como Walmart, Nike, Target y Dollar Tree bajaron bruscamente, al igual que gigantes tecnológicos como Apple y Nvidia.
Trump prometió y cumplió: el nuevo régimen de aranceles ya es público y comienza con una tarifa, general del 10% sobre todas las importaciones a partir del 5 de abril, seguido de tarifas específicas por país que entrarán en vigor el 9 de abril.
“El lado positivo para los inversores podría ser que este es solo un punto de partida para las negociaciones con otros países y que, en última instancia, las tarifas disminuirán en todos los ámbitos”, dijo Chris Zaccarelli, director de inversiones de Northlight Asset Management.
Por muy alarmante que parezca, lo más probable es que a partir de este punto solo veamos mejoras. Comenzar con una postura agresiva sobre los aranceles es un movimiento de negociación clásico en Art of the Deal.
A nivel internacional, las reacciones han sido mixtas. Bloomberg informó que el primer ministro de Tailandia está dispuesto a negociar tarifas y planea dialogar con el gobierno estadounidense. En contraste, CNBC reportó que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, está preparando medidas de represalia contra los nuevos aranceles del 20% sobre la Unión Europea.
La incertidumbre sigue dominando los mercados. Lo que sí está claro es que Trump 2.0 va en serio. Dejando de lado el ruido, este movimiento no es necesariamente negativo.
Sí, es agresivo, pero pensemos en el caso de Vietnam. El balance comercial entre EE.UU. y Vietnam es deficitario, es decir, en términos numéricos EE.UU. "pierde" dinero en esa relación comercial. Sin embargo, gracias a este desequilibrio, Vietnam ha permitido que grandes empresas estadounidenses instalen fábricas allí, aprovechando mano de obra más barata y beneficiando a los consumidores.
El problema es que este modelo ha sido explotado hasta el extremo, con empleados subpagados, corporaciones maximizando beneficios y la proliferación de industrias como el *fast fashion *done el mas perjudicado es el consumidor.
Este sistema no empodera a los consumidores; solo les hace creer que su poder adquisitivo ha aumentado, cuando en realidad están trasladando crecimiento económico de un país a otro para reducir costos laborales. Pensemos en esto: la administración de Trump busca reducir impuestos a las grandes corporaciones, pero también quiere que estas trasladen su producción a EE.UU., donde el salario mínimo es considerablemente más alto que en Vietnam, Camboya o incluso México. Incentivos a cambio de inversión nacional.
Si bien esta transición traerá disrupciones a corto plazo, su éxito dependerá de cómo se implemente. Si se gestiona de manera estratégica, podría sentar las bases para un crecimiento más equilibrado y sostenible en la economía estadounidense.